6 y 9 de agosto de 1945 - primer ataque atómico contra una nación.

La crueldad a flor de piel hasta en el momento de elegir el nombre de la bomba, que así y todo no pudo con las grullas ....Todo lo que vino después, no es comparable a quien dio la primer muestra,de la jactancia de la muerte.La risa por los asesinatos, las firmas orgullosas de los trofeos,aquello que muchos sabían, paralizaba los corazones. La destrucción tuvo un antes y un después de " Estados Unidos de América"... y toda copia burda y ruin que les sucedió hasta hoy (vendidas como justas por estos días en primera plana de noticias ),como sus justificativos mentirosos desde su impunidad de primeras potencias armamentísticas, no hace más que demostrar que cambian los nombres y los países, pero los bastardos asesinos son los mismos y persiguen idénticos intereses, abstenerse todos aquellos que quieran explicarme los cómo, los por qué y los peros. Ante esto no hay lógica alguna, aplicable y mucho menos.... atendible , en cada 6 y 9 de agosto y en que nos toque recordar la vergüenza humana).cm
A las 11: 05 a.m. del jueves 9 de agosto de 1945, un bombardero de la fuerza aérea de Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki una bomba fabricada a base de plutonio 239 en laboratorios controlados por el Pentágono, que provocó 100 000 muertos (39 000 al momento de estallar). Apenas tres días antes, a las 8:15 a.m. del lunes 6, un piloto estadounidense había lanzado en Hiroshima otro artefacto nuclear construido a partir de uranio 235, que causó 260 000 muertos (50 000 por el impacto inicial). El presidente Harry S. Truman justificó el genocidio con el argumento de que resultaba necesario concluir la guerra contra Japón, para «traer los chicos a casa». Lo logró: el 15 de agosto el emperador Hirohito realizó una alocución radial para todo el país, en la que anunció a sus cerca de ochenta y seis millones de súbditos la rendición incondicional. Un testigo presencial narró que los sobrevivientes de Hiroshima iban bajando la cabeza poco a poco, a medida que lo escuchaban. Muchos lloraban, pero todos en silencio, sin una voz, sin una protesta (Arrupe, 1952: 94).
La diplomacia atómica ensayada en Hiroshima y Nagasaki por la Administración Truman causó un total de 360 000 víctimas en 1945, pero sus secuelas llegan hasta hoy y afectan a varias generaciones. Todo ser humano sensible debiera hacerse una pregunta: ¿cómo pudo ocurrir tal barbarie?
( Ernesto Limia Díaz/Cubadebate)
Origamis por Sadako y por cada chico que padeció el ataque ....

Cuando la niña estaba en el hospital recuperándose de su enfermedad, su amiga Chizucho le
explicó la historia de las 1.000 grullas de papel. (si deseas algo
con mucha fuerza y construyes 1.000 grullas de papel ( papiroflexia),
los dioses te concederán ese deseo que tanto anhelas.
Sadako deseó poder curarse de su terrible enfermedad y se propuso construir las1.000 grullas , no pudo lograrlo ,murió en octubre de 1955 y sólo había conseguido plegar 644 grullas de papel. Sus amigos, simbólicamente, continuaron su misión y completaron las mil grullas, con la esperanza de que se evitaran las guerras en el futuro y se consiguiera la paz entre todos los países del mundo.Tres años después de la muerte de Sadako, los niños de toda la ciudad de Hiroshima, dedicaron en el Parque de la Paz una estatua de ella con una grulla en su mano.
Sadako deseó poder curarse de su terrible enfermedad y se propuso construir las1.000 grullas , no pudo lograrlo ,murió en octubre de 1955 y sólo había conseguido plegar 644 grullas de papel. Sus amigos, simbólicamente, continuaron su misión y completaron las mil grullas, con la esperanza de que se evitaran las guerras en el futuro y se consiguiera la paz entre todos los países del mundo.Tres años después de la muerte de Sadako, los niños de toda la ciudad de Hiroshima, dedicaron en el Parque de la Paz una estatua de ella con una grulla en su mano.
“El Cataclismo de Damocles”
Conferencia ofrecida por el Nobel de Literatura en Ixtapa, México,
de 1986. Gabriel García Márquez pronunció el siguiente discurso el 6 de
agosto de 1986, en el aniversario 41 de la bomba de Hiroshima.

Señores presidentes, señores primeros ministros, amigas, amigos:
Esto no es un mal plagio del delirio de Juan en su
destierro de Patmos, sino la visión anticipada de un desastre cósmico
que puede suceder en este mismo instante: la explosión -dirigida o
accidental- de sólo una parte mínima del arsenal nuclear que duerme con
un ojo y vela con el otro en las santabárbaras de las grandes potencias.
Así es: hoy, 6 de agosto de 1986, existen en el mundo
más de 50.000 ojivas nucleares emplazadas. En términos caseros, esto
quiere decir que cada ser humano, sin excluir a los niños, está sentado
en un barril con unas cuatro toneladas de dinamita, cuya explosión total
puede eliminar 12 veces todo rastro de vida en la Tierra. La potencia
de aniquilación de esta amenaza colosal, que pende sobre nuestras
cabezas como un cataclismo de Damocles, plantea la posibilidad teórica
de inutilizar cuatro planetas más que los que giran alrededor del Sol, y
de influir en el equilibrio del Sistema Solar. Ninguna ciencia, ningún
arte, ninguna industria se ha doblado a sí misma tantas veces como la
industria nuclear desde su origen, hace 41 años, ni ninguna otra
creación del ingenio humano ha tenido nunca tanto poder de determinación
sobre el destino del mundo.
El único consuelo de estas simplificaciones
terroríficas -si de algo nos sirven-, es comprobar que la preservación
de la vida humana en la Tierra sigue siendo todavía más barata que la
peste nuclear. Pues con el sólo hecho de existir, el tremendo
Apocalipsis cautivo en los silos de muerte de los países más ricos está
malbaratando las posibilidades de una vida mejor para todos.
En la asistencia infantil, por ejemplo, esto es una
verdad de aritmética primaria. La UNICEF calculó en 1981 un programa
para resolver los problemas esenciales de los 500 millones de niños más
pobres del mundo, incluidas sus madres. Comprendía la asistencia
sanitaria de base, la educación elemental, la mejora de las condiciones
higiénicas, del abastecimiento de agua potable y de la alimentación.
Todo esto parecía un sueño imposible de 100.000 millones de dólares. Sin
embargo, ese es apenas el costo de 100 bombarderos estratégicos B-1B, y
de menos de 7.000 cohetes Crucero, en cuya producción ha de invertir el
gobierno de los Estados Unidos 21.200 millones de dólares.
En la salud, por ejemplo: con el costo de 10
portaviones nucleares Nimitz, de los 15 que van a fabricar los Estados
Unidos antes del año 2000, podría realizarse un programa preventivo que
protegiera en esos mismos 14 años a más de 1.000 millones de personas
contra el paludismo, y evitara la muerte -sólo en África- de más de 14
millones de niños.
En la alimentación, por ejemplo: el año pasado había
en el mundo, según cálculos de la FAO, unos 565 millones de personas con
hambre. Su promedio calórico indispensable habría costado menos de 149
cohetes MX, de los 223 que serán emplazados en Europa Occidental. Con 27
de ellos podrían comprarse los equipos agrícolas necesarios para que
los países pobres adquieran la suficiencia alimentaría en los próximos
cuatro años. Ese programa, además, no alcanzaría a costar ni la novena
parte del presupuesto militar soviético de 1982.
En la educación, por ejemplo: con sólo dos submarinos
atómicos tridente, de los 25 que planea fabricar el gobierno actual de
los Estados Unidos, o con una cantidad similar de los submarinos Typhoon
que está construyendo la Unión Soviética, podría intentarse por fin la
fantasía de la alfabetización mundial. Por otra parte, la construcción
de las escuelas y la calificación de los maestros que harán falta al
Tercer Mundo para atender las demandas adicionales de la educación en
los 10 años por venir, podrían pagarse con el costo de 245 cohetes
Tridente II, y aún quedarían sobrando 419 cohetes para el mismo
incremento de la educación en los 15 años siguientes.
Puede decirse, por último, que la cancelación de la
deuda externa de todo el Tercer Mundo, y su recuperación económica
durante 10 años, costaría poco más de la sexta parte de los gastos
militares del mundo en ese mismo tiempo. Con todo, frente a este
despilfarro económico descomunal, es todavía más inquietante y doloroso
el despilfarro humano: la industria de la guerra mantiene en cautiverio
al más grande contingente de sabios jamás reunido para empresa alguna en
la historia de la humanidad. Gente nuestra, cuyo sitio natural no es
allá sino aquí, en esta mesa, y cuya liberación es indispensable para
que nos ayuden a crear, en el ámbito de la educación y la justicia, lo
único que puede salvarnos de la barbarie: una cultura de la paz.
A pesar de estas certidumbres dramáticas, la carrera
de las armas no se concede un instante de tregua. Ahora, mientras
almorzamos, se construyó una nueva ojiva nuclear. Mañana, cuando
despertemos, habrá nueve más en los guadarneses de muerte del hemisferio
de los ricos. Con lo que costará una sola alcanzaría -aunque sólo fuera
por un domingo de otoño- para perfumar de sándalo las cataratas del
Niágara.
Un gran novelista de nuestro tiempo se preguntó
alguna vez si la Tierra no será el infierno de otros planetas. Tal vez
sea mucho menos: una aldea sin memoria, dejada de la mano de sus dioses
en el último suburbio de la gran patria universal.
Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia.
Pero la sospecha creciente de que es el único sitio del Sistema Solar donde se ha dado la prodigiosa aventura de la vida, nos arrastra sin piedad a una conclusión descorazonadora: la carrera de las armas va en sentido contrario de la inteligencia.
Desde la aparición de la vida visible en
la Tierra debieron transcurrir 380 millones de años para que una
mariposa aprendiera a volar, otros 180 millones de años para fabricar
una rosa sin otro compromiso que el de ser hermosa, y cuatro eras
geológicas para que los seres humanos a diferencia del bisabuelo
pitecántropo, fueran capaces de cantar mejor que los pájaros y de
morirse de amor.
No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso milenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón. Para tratar de impedir que eso ocurra estamos aquí, sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia. Pero aún si ocurre -y más aún si ocurre-, no será del todo inútil que estemos aquí.
Dentro de millones de millones de milenios después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a recorrer la escala completa de las especies, será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación.
De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las artes y las letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy.
Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico.
Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad.
Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del Universo.
No es nada honroso para el talento humano, en la edad de oro de la ciencia, haber concebido el modo de que un proceso milenario tan dispendioso y colosal, pueda regresar a la nada de donde vino por el arte simple de oprimir un botón. Para tratar de impedir que eso ocurra estamos aquí, sumando nuestras voces a las innumerables que claman por un mundo sin armas y una paz con justicia. Pero aún si ocurre -y más aún si ocurre-, no será del todo inútil que estemos aquí.
Dentro de millones de millones de milenios después de la explosión, una salamandra triunfal que habrá vuelto a recorrer la escala completa de las especies, será quizás coronada como la mujer más hermosa de la nueva creación.
De nosotros depende, hombres y mujeres de ciencia, hombres y mujeres de las artes y las letras, hombres y mujeres de la inteligencia y la paz, de todos nosotros depende que los invitados a esa coronación quimérica no vayan a su fiesta con nuestros mismos terrores de hoy.
Con toda modestia, pero también con toda la determinación del espíritu, propongo que hagamos ahora y aquí el compromiso de concebir y fabricar un arca de la memoria, capaz de sobrevivir al diluvio atómico.
Una botella de náufragos siderales arrojada a los océanos del tiempo, para que la nueva humanidad de entonces sepa por nosotros lo que no han de contarle las cucarachas: que aquí existió la vida, que en ella prevaleció el sufrimiento y predominó la injusticia, pero que también conocimos el amor y hasta fuimos capaces de imaginarnos la felicidad.
Y que sepa y haga saber para todos los tiempos quiénes fueron los culpables de nuestro desastre, y cuán sordos se hicieron a nuestros clamores de paz para que esta fuera la mejor de las vidas posibles, y con qué inventos tan bárbaros y por qué intereses tan mezquinos la borraron del Universo.
Fuente: (C) Gabriel García Márquez
revista www.revistacambio.com
2 comentarios :
me lo llevo hoy me dejaste sin palabras, beso
es que a veces... no hay palabras !!! abrazo Hebe y como siempre, gracias!!!!!
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