Fue una tarde donde no se festejaba nada que tuviera que ver con una fecha patria y sin embargo en casa colgamos nuestra bandera celeste y blanca en el medio del parque.
debió ser marcado en rojo ,y no por deudas ...
Néstor Kirchner anunciaba la cancelación de la deuda total de Argentina con el FMI......
Un nuevo aniversario del histórico anuncio del entonces Presidente de la Nación cuando hacía pública la decisión del Gobierno Nacional de saldar la deuda con reservas del Banco Central. La operación se concretaría el 6 de enero de 2006 con el pago, por una sola vez, de 9810 millones de dólares, el 15 de diciembre de 2005
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Texto del mensaje:
Por mandato popular, por comprensión
histórica y por decisión política, sabemos que ésta es la oportunidad del
cambio, de la transformación profunda. El cambio que puede consolidarse no
depende de una persona, ni de un grupo de elegidos o iluminados; es tarea
colectiva, diversa, plural.
Somos conscientes de estar
transitando un momento histórico fundamental y estamos decididos a ser
protagonistas de este cambio de época. Nos han educado durante mucho tiempo
para la impotencia, para el no se puede, nos quieren hacer creer que lo
nuestro nada vale, que no tenemos la capacidad o la constancia para
valernos como nosotros, como país.
Nos quisieron meter en el alma la
certeza de que la realidad es intocable, nos quieren convencer que son
tan grandes las dificultades que es mejor que nada cambie. Quieren
hacernos creer que no hacer nada nuevo es la única opción realista.
Creemos, sin embargo, que nuestro
futuro será hijo de nuestra capacidad para articular respuestas
colectivas y solidarias de nuestro compromiso con la defensa del interés
conjunto. Intentando superar el infierno en que caímos, sabemos que
estamos recuperando la esperanza y que debemos adueñarnos de las
herramientas para construir nuestra autonomía.
Para dar continuidad al cambio se
deben superar de raíz los problemas de arrastre, creando las condiciones
para una estrategia de desarrollo a largo plazo.Un problema de arrastre
central y condicionante, es nuestra deuda.
En el día de la fecha, hemos tomado
las decisiones institucionales, que nos permitirán destinar nuestras
reservas de libre disponibilidad al pago de la deuda total con el
Fondo Monetario Internacional. Hace 50 años que viene siendo motivo
de nuestros desvelos.
La República Argentina abonará anticipadamente
al Fondo Monetario Internacional, a fin de año, la suma total adeudada
de capital de 9.810 millones de dólares. Nuestros vencimientos para
el 2006 sumaban 5.082 millones de dólares; en el 2007 ascendían a 4635
millones de dólares, para complementar en el 2008 unos 432 millones, de
igual moneda, anticipando de este modo nuestros pagos para la cancelación
total, concretamos un ahorro en intereses de casi mil millones de
dólares.
Como el costo de financiamiento con
el organismo supera el rendimiento obtenido por colocación de las
reservas, la diferencia se incluye en aquel ahorro directo. Al destinarse
el pago de reservas de libre disponibilidad se garantiza un efecto
monetario neutro.
La medida puede adoptarse en función
de la solidez que el modelo de producción, trabajo y crecimiento
sustentable, con inclusión social, que venimos aplicando va adquiriendo.
Sin apoyo alguno del Fondo Monetario Internacional y sobre la base de
la sustentabilidad del superávit fiscal y externo que mantenemos,
así como la solvencia económica lograda.
A su vez la magnitud de este fuerte
desendeudamiento, junto con el nuevo perfil de la deuda que ya hemos
reestructurado, contribuirá al fortalecimiento y la previsibilidad del
proceso de recuperación, expansión y transformación, que venimos
protagonizando los argentinos.
Sobre la base de la solvencia
fiscal, la sustentabilidad externa, la flexibilidad cambiaría, una
política monetaria prudente, predecible y transparente y una política
financiera sólida y anticíclica, podemos dar este paso que contribuirá a
su vez a reafirmar un ambiente económico previsible.
Podemos hacerlo por la continuidad
del notable esfuerzo en materia fiscal, que permite dar consistencia a
sucesivos superávit, como por el dinamismo exportador creciente, que
permite contar con superávit comercial y dar cuenta corriente de la
balanza de pagos, que contribuya a la generación de un ambiente
macroeconómico estable. Podemos hacerlo porque hemos acumulado reservas
que llegan casi o ya están llegando a los 27.000 millones de dólares y
que hemos multiplicado más de tres veces, desde el mínimo de 8.250
millones, registrados a comienzo de 2003 y que respaldan un cambio
flexible y una política monetaria prudente, que no abandonaremos.
Concretamos, con esta medida,
nuestra estrategia de reducción de deuda, a un nivel compatible con
nuestras posibilidades de crecimiento y pago, ganando, además, grados de
libertad para la decisión nacional.
La deuda que cancelamos con el Fondo
Monetario Internacional, similar a la suma que ese organismo prestó para
sostener un régimen de convertibilidad, condenado al fracaso, ha
resultado lejos la más condicionante, aún cuando a diferencias de
otros países que experimentaron situaciones críticas no recibimos
ayuda del Fondo para superar la difícil situación que enfrentamos.
Esta deuda ha sido constante
vehículo de intromisiones, porque está sujeta a revisiones periódicas y
ha sido fuente de exigencias y más exigencias, que resultan contradictorias
entre sí y opuestas al objetivo del crecimiento sustentable.
Además, desnaturalizado como está en
sus fines el Fondo Monetario Internacional ha actuado, respecto de
nuestro país, como promotor y vehículo de políticas que provocaron
pobreza y dolor en el pueblo argentino, de la mano de gobiernos que eran
proclamados alumnos ejemplares del ajuste permanente. Nuestro pueblo
lo corrobora. En los últimos 30 años hemos visto avanzar la
continua dependencia de programas que Argentina acordó con el Fondo
Monetario Internacional. Formamos parte de la triste realidad de integrar
el grupo de países en los que esa institución ha aplicado y monitoreado
mucho de sus 150 planes de ajuste. El resultado ha sido exclusión,
pobreza, indigencia, la destrucción de aparato productivo.
A la sombra de esos programas hemos
visto concentración de ingreso en unos pocos y chocados contra la
imposibilidad de combinar crecimiento macroeconómico con desarrollo
social y pleno empleo.
Hoy podemos decir que cada vez que
nos endeudábamos, no sólo nos debilitábamos ante el mundo, sino que
fuimos perdiendo nuestra capacidad de resolver.Esta lógica siempre
defendida por adalides locales de modelos que no tienen en cuenta ni las
necesidades ni las realidades de los pueblos, llevó a consolidar una
verdadera adicción al endeudamiento, en la que cada vez más
nuestros acreedores encarecieron sus intereses, endurecieron su
auditoria, su control y sus exigencias.
La más reciente experiencia argentina
ha dado prueba suficiente de que ese organismo internacional respaldó,
primero, verdaderos fracasos políticos y luego no aportó ni una moneda
de ayuda para la superación de la crisis ni para la
reestructuración de la deuda, que concretamos con la aceptación del
mercado.
Antes bien, nosotros debimos abonar
6.484 millones de dólares al organismo, sin que nos prestaran suma
alguna, mientras desembolsaron 3.000 millones de dólares, a dos meses de
la caída del Gobierno del Doctor De la Rúa. Esa misma experiencia puso
en evidencia el desacierto de condicionalidades estructurales
innecesarias y exigencias exageradas para un país en nuestra situación.
Este pago anticipado entonces, que
implica saldar una deuda no podrá ser interpretado como un obstáculo en
la relación con el Fondo, y nos dará más fuerza y autoridad para seguir
reclamando una profunda reestructuración de ese organismo.
Nuestro reclamo de que esa
institución cumpla un rol contracíclico, que no es más que exigir el
cumplimiento de la finalidad para la que fue creado, evite el sistema
de condicionalidades cruzadas, aumente el grado de transparencia de
sus operaciones, reduzca el costo de su funcionamiento y mejore su
capacidad de préstamo, adquirirá aún mayor fuerza.
La República Argentina ha podido
concretar exitosamente este año el más gigantesco canje de deuda en
cesación de pagos de la historia mundial, y lo ha hecho en el marco de la
concreción de la quita más grande de su historia, que supera los 67 mil millones
de dólares. Por su complejidad, en cuanto a número de títulos,
monedas y jurisdicciones involucradas, por su monto, por las
particularidades de la situación mundial que determinaron la ausencia de
ayuda crediticia, por haberse realizado en el marco de una reducción neta
de la deuda con los organismos multilaterales de crédito internacional,
el proceso ha resultado único y excepcional.
Por primera vez en la historia
argentina un proceso de reestructuración de deuda ha culminado con una
drástica disminución del endeudamiento del país.
El paso que damos hoy es de idéntica
magnitud; hace dos años y medio, al tiempo de asumir, ambos logros
parecían imposibles de alcanzar ni en el más temerario de nuestros
sueños. Sin embargo, entre todos los argentinos lo hemos logrado.
El pueblo argentino, paulatinamente,
lo está logrando, nos estamos demostrando lo que somos capaces de hacer
juntos: una integración más digna al mundo, y más inteligente, sobre la
base de la solidez que está adquiriendo nuestro país, dejando atrás
un modelo de irresponsable endeudamiento que nos aislaba.
Con equilibrio macroeconómico, en
base a solvencia fiscal, seriedad y transparencia en el manejo de las
cuentas públicas, fortaleceremos esa integración.
El Ministerio de Economía y Producción
y el Banco Central de la República Argentina tendrán a su cargo la
ejecución en detalle de las operaciones que concretarán el pago
anticipado ante el Fondo Monetario Internacional.
Estamos con este pago sepultando
buena parte de un ominoso pasado, el del endeudamiento infinito y el
ajuste eterno.
Como dijimos a comienzo del
año ante la Asamblea Legislativa, tomamos sobre nuestras espaldas, con
decisión y convicciones, las responsabilidades que el ahora reclama a
quienes contamos en este momento histórico con iniciativa política,
ratificada, lo que agradecemos profundamente, rotundamente en las urnas,
el pasado 23 de octubre.
Queremos superar las terribles
heridas que produjeron las políticas herradas aplicadas en el pasado,
queremos superar entre todos con la frustración que nuestra crisis nos
sumiera. Soñamos con dejar a quienes nos sucedan un país mejor, donde el
próximo gobierno pueda dedicarse a consolidar, a imaginar, a crear,
a crecer con dignidad.
Nuestras crisis recurrentes han obstaculizado
la permanencia de las políticas correctas, nuestros errores han impedido
que se continúe el mismo rumbo. No queremos volver a ese pasado,
queremos con memoria, verdad y justicia construir las bases de un
sólido futuro.
Por eso incansablemente trabajamos
con el objetivo de lograr, para el final de nuestro mandato, que la
desocupación, que ya en octubre ronda el 10 por ciento, se ubique en un
dígito; que la indigencia que ya ha caído a la mitad, también se ubique
en un dígito; que la pobreza, que ha bajado significativamente,
cuando esté terminando nuestro mandato pueda estar en la mitad de la
que tuvimos cuando nos tocó empezar nuestra gestión, en el momento
en que asumimos, el 25 de mayo del 2003.
Lo estamos logrando después de haber
crecido casi un tercio del Producto Bruto Interno, con cifras anuales
entre el 8 y el 9 por ciento, lo lograremos, si el año que viene, como
confiamos y lo hemos enviado presupuestariamente, podemos volver a crecer
al 4 por ciento.
En el centro de la construcción de
aquel futuro está recuperación de la dignidad nacional, la revalorización
de la autoestima del pueblo argentino y la superación de la crítica
vacía, el mal augurio constante y el refugio en el escepticismo. Queremos dejar
atrás el tiempo de la profecía autocumplida, que apuesta siempre al
fracaso de los demás y anuncia siempre que todo va a salir mal.
Se trata de un paso largamente
conversado con los señores presidentes del MERCOSUR en general, y
especialmente con el presidente Lula Da Silva, a quienes agradecemos,
como también tenemos en cuenta el agradecimiento a la ayuda permanente a
la ayuda permanente recibida de la República Bolivariana de
Venezuela.
Queremos dar este paso, se trata de
un paso trascendental, que nos permitirá mirar sin imposiciones, con
autonomía y tranquilidad, sin urgencias impuestas, sin presiones
indebidas la marcha de nuestro futuro. Un paso que con toda
responsabilidad nos ayuda a construir un futuro más justo, inclusivo y
equitativo, con una mayor flexibilidad en el diseño y la ejecución de la
política económica, un paso que liberará recursos para afrontar con
mejores herramientas la lucha por el crecimiento, el empleo y la
inclusión social. Un paso que es ponerle fin a una época, un paso
que debemos dar todos juntos.
El saber que administrando con
responsabilidad, con seriedad, creyendo en el futuro de esta Patria, con
los aciertos y errores que tenemos todos los seres humanos, saber que a
partir del 1 de enero el trabajo argentino ya no va a ir más
para pagar la deuda o al Fondo en forma permanente.
Cuando estemos levantando las copas
el 31 de diciembre sabremos que el trabajo argentino estará volviendo a
los argentinos, y que el gran desafío será encontrar los caminos,
no de cruzarnos, no de tratar que el otro fracase, sino de
imaginar, de crear, de demostrarle al mundo que somos capaces de tener
una Argentina solidaria con el mundo, solidaria internamente, con
capacidad, con decisión, y que toda esa potencialidad que tiene la
podamos desarrollar.
Desde que empezamos nuestra gestión
muchas cosas parecían imposibles, desde el punto de vista institucional,
económico, desde el punto de vista de la verdad, de la memoria, de
la justicia. Claro que falta muchísimo, desde acá hacemos un llamado
permanente a que en la diversidad, en la pluralidad, en el consenso,
pensemos que la Argentina puede lograr muchas cosas. Pero no con la máquina de
impedir y el no se puede, sino tratando de superar y calificando cada
propuesta que cada uno de nosotros tenga. La calificación de la
propuesta, prepararse y saber que nadie es el dueño de la verdad
absoluta, entender que cada uno de nosotros tiene la verdad relativa.
Argentinos y argentinas, a quienes
nos acompañan acá y a quienes nos miran desde su casa: en esta
temporalidad que nos toca ejercer la iniciativa política en la Argentina
estamos dejando todo, tratando de hacer las cosas lo mejor posible. Les
pido que nos ayuden, porque el éxito no va a ser de un gobierno, va a ser
de todos los argentinos.
Un país que se desbarrancó por la
acusación, la imputación falsa y la descalificación, un país que tiene
toda su potencialidad en el campo empresario, sindical, en las
entidades libres del pueblo, en las organizaciones sociales, para crear
un destino distinto. Creo que entre todos lo podemos hacer, sí,
desde la diferencia, con pluralidad y con consenso. Todos nosotros
sabemos, los empresarios, los trabajadores, los gobernantes, las
organizaciones sociales, que a partir del 1 de enero ya por lo menos
sabemos que empezamos a recuperar el esfuerzo argentino”.
Néstor Kirchner.
Presidente de la República Argentina
15/12/2005
Fuente :Radio Nacional-