Este lugar (Banya08) , me dio la posibilidad de encontrar gente maravillosa y establecer una amistad ,en algunos casos con la suerte de encontrarnos café o mate de por medio y en otras, con la esperanza que eso suceda .
Siempre fui constante en eso de compartir pensamientos que considero valiosos , y desde el 2008 Víctor Hugo Morales encabeza la lista ,que afortunadamente es larga y él fue quien me acercó a Maxi, un amigo que pasaba asiduamente por este blog a buscarlo.
Después vino Facebook y seguimos en contacto, no hablábamos muy seguido ,tampoco hacía falta hacerlo para caminar cerca.
El 2 de agosto del año pasado, una noticia sacudía la mañana , ( mi
tele, clavada en C5N ) me mostraba una escuela de Moreno, una explosión,
dos muertes, y toda la bronca, angustia y tristeza de esa gente que
como tantos de nosotros, se preguntaba ,¿por qué?...
La mañana siguiente (3 de agosto) el mismo canal nos mostraba micros
repletos de peques que llegaban al cementerio para despedir a la seño y
al amigo grandote que tenían en ese auxiliar ,muerto, junto con la
vicedirectora.
Sandra y Rubén fueron dos nombres que incorporamos a la larga lista de reclamo de justicia.
Esa misma mañana podía verse a Macri, Vidal, Molina (Intendente de
Quilmes) y un grupo de jubilados en un club , mateando y hablando de lo
bueno de tener acceso a créditos para solucionar ,entre otras cosas
"problemitas de gas", insisto ,la misma mañana en que enterraban a las
dos víctimas de la explosión de la escuela de Moreno.
Eso me genero tanta impotencia que dejé algo (puteada mediante ), en mi
estado en Facebook . Días después recibí un privado, era de ese amigo
que buscaba a VH ,quien me agradecía por lo dicho a la vez que me
contaba que Sandra ,era su compañera de vida...
Todo lo que vino después fue el tratar de estar cerca casi como un
seguimiento ,los mates virtuales de cada domingo eran el pretexto para
la pregunta que se debía hacer ,¿cómo va todo? ,respetando sus tiempos,
su silencio o acompañando sus expresiones.
De a poco él se largaba a compartir pensamientos y así conocimos un
poquito más de dos soles que sostenían, (Ludmila y Agustín) y entre sí
se apuntalaban y de Sandra y sus manos más que verdes "mágicas"
para las plantas , de la dulzura llevada a lo más rico en sociedad con
la harina , de aquella personita que miraba al piso y los costados de
una calle ,en busca de algo que pudiera reciclarse, o de la reparadora
de instrumentos para la orquesta-escuela (también recortada en los
ajustes de Vidal) en busca de dar un mejor fondo musical a la vida de
muchos.
De Rubén no se tanto, pero (como nieta de portera de escuela), es como si supiera.
Conocimos también, desde el dolor de esas pérdidas ,la sensibilidad en el
dibujo y decir de Fausto , la canción comprometida de Ariel Prat o
Daniel Devita y de tanta otra gente "necesaria" como definiera de
manera brillante el gran Hamlet Lima Quintana.
Se cumple el primer aniversario y a dos días de su estreno, el INCAA
quitaban de la pantalla del cine Gaumont, el documental "Escuela Bomba,
dolor y lucha en Moreno", algo causal del gobierno macrista y su diario
des trato, pero igual sus realizadores lo exhibieron ,en la calle y a
pesar del frío.
El mismo frío que hacía en la escuela de Moreno y el mismo frío que
demuestran las autoridades nacionales y provinciales cuando apenas un
día antes de este aniversario, en el que dos personas murieron por
llegar a tiempo a preparar el desayuno para los chicos, la primera dama
publicaba en su Twitter : “Esta tarde compartimos la hora de la
merienda con los chicos del jardín Santa María de Matias, en San
Martín. Muchas gracias por recibirnos y por el trabajo que llevan
adelante en el barrio hace 50 años!”, mostrando una foto donde sirve té a varias niñas en el comedor.
A un año en que Sandra y Rubén nos faltan , seguimos esperando el
respeto y la solidaridad que nunca estuvo por parte de Vidal ,Sánchez
Zinny y todo su equipo responsable, que solo demostraron desprecio por
la vida, argumentado de manera mentirosa, que "aguardaban el momento oportuno , porque no hacían política con la desgracia",( hoy en sus listas de candidatos podemos ver lo contrario).
Quizás Vidal y el gobierno todo, no entiendan de gestos solidarios
porque están abocados en los riesgos que corre un pobre ,más que un
rico al iniciarse en la droga, o demostrando que usar zapatillas
blancas (estrenando calle), ayuda a no escuchar el ruido de un estomago
vacío, tan vacío como su calidad de persona a la hora de decir,
presente con las familias de Sandra y Rubén...
A ellos dos , el recuerdo permanente, el reclamo de justicia y el
compromiso de lucha por la defensa de nuestra escuela pública .
A Maxi , la convicción que llegará algún día el mate mano a mano , el
abrazo de siempre y el agradecimiento por dejarnos transitar con él, un
camino que no hubiéramos querido recorrer nunca ♥.
(Claudia 2-8-2019)
Y Maxi habló..
Entrevista de Martín Granovsky a Maximiliano Grah
Desde el ambiente que hace de cocina, comedor y living se ve el
esqueleto de una parra invernal. El perrito trae una pelota de tenis en
la boca. “Si jugás con León te va a llenar de barro”, avisa Maxi. Lo
dice de entrada, mientras mira la tierra arcillosa en la puerta de su
casa. El asfalto no llegó a Ceferino Namuncurá al 1500, en el barrio
Trujuy de Moreno. Nada de usar zapatillas blancas. Un dibujo pegado con
imanes en la heladera dice: “Para tía Sandra”.
La tía es Sandra Calamano , la vicedirectora que murió el 2 de agosto de
2018 por una explosión de gas producto de la desidia estatal. Murió
también Rubén Rodríguez, el auxiliar que en los ratos libres les
enseñaba su oficio de carpintero a los chicos.
El que narra mientras ceba mate delante de unos bizcochos de membrillo
es Maximiliano Grah, compañero de Sandra durante 20 años. Lo llaman
Maxi, se dedica a la informática y nunca quiso hablar en público. Hasta
ahora.
--Aquel 2 de agosto –cuenta Maxi a Página/12-- salí con Sandra y los
chicos casi una hora más tarde de lo habitual. Entrarían después a
clase. La dejamos a Sandra en el cruce de Castelar a eso de las siete y
cuarto. De ahí ella siempre se tomaba uno o dos colectivos hasta su
escuela, la 49. Si un colectivo se demoraba ella hacía 18 cuadras
caminando. Seguimos hasta Villa Tessei, donde los chicos van al colegio.
Como todos los días me fui a casa de mis viejos a trabajar. Ahí hago
mis cosas de informática. Todavía estaba en la puerta cuando recibí un
llamado desde el celular de una amiga de Sandra. Pero no era la amiga
sino otra maestra. “¡Tenés que venir!”, me dijo. Le pregunté si había
pasado algo. “¡Tenés que venir ahora!” Le volví a preguntar qué había
pasado. Varias veces me dijo lo mismo, que fuera, y me cortó.
--Y fuiste.
--Tomé la autopista. Tardé 20 minutos. Rápido. Cuando llegué había mucha
gente: vallados, divisiones de bomberos, policías. Me costó atravesar
todo para llegar a la puerta. Me atiende el oficial a cargo, le digo
quién soy y me responde con esas palabras que jamás se te borrarán de la
cabeza por el resto de tus días: “La señora está fallecida”. Yo ya
intuía algo malo, pero no me esperaba la muerte. Tardé unos segundos en
asimilarlo. Sentí que las piernas se me doblaban y comencé a caer,
lentamente, como agachándome. Me sujetaron entre dos oficiales, me
trajeron una silla y un vaso de agua. Les pregunté cómo había sido. “Una
explosión de gas”, me soltaron. Mi cabeza era un lavarropas. Recuerdo
que no me querían dejar ir, por mi estado. Pensé en voz alta: “Tengo que
ir”. Quería buscar a mi suegra y a mi cuñada, que eran las más
cercanas. Me paré y salí. A mitad de camino me encontré con Eva, la mamá
de Sandra, y con su hermana Alejandra. Habían escuchado la explosión y
sabían que en la tele hablaban de la escuela 49 y de dos fallecidos.
La escuela 49
En la escuela 55 de Trujuy, muy cerca de la casa actual donde habla
Maxi, Sandra cubría primer grado y acompañaba a los chicos también en
segundo, para que terminaran de adaptarse a la primaria. Pareja de una
docente, Maxi conoce la jerga. Cuenta que “estaba a cargo del bloque
pedagógico”, o sea primer grado y segundo juntos.
Dejó la 55 el día que rindió concurso para vicedirectora y tomó el cargo en la 49.
En la 49 se murió Sandra el 2 de agosto de 2018. Al día siguiente, en el
cementerio de Moreno, sus compañeras y compañeros la pintaron con una
docente hiperactiva que incluso iba los sábados. Maxi aclara que Sandra
se tomaba muy en serio cada tarea pero que la jornada de los sábados
también era trabajo.
--Le propusieron entrar al programa Patios Abiertos, de la provincia de
Buenos Aires, para que los chicos pudieran hacer actividades en la
escuela los sábados. Entró. También empezó en un programa nacional,
Coros y orquestas. Le encantó. Ahí empezó Ludmi a tocar el cello.
Ludmi es Ludmila, la hija de Sandra y Maxi, que aprovecha las vacaciones
de invierno para levantarse a las 12. Agustín, el otro hijo, duerme.
Ahí anda la cellista, preparándose el desayuno, con la sonrisa más linda
de la Argentina. Está sin el instrumento a mano porque justo se le
rompió. Sandra hasta empezó a tomar clases en un taller de luthería para
arreglar los instrumentos, porque los recursos oficiales eran cada vez
más escasos. Carolina, la luthier que le enseñaba, justo ahora se
encarga de la compostura. “No sabés cómo te agradezco haberme dejado
arreglar el cello de Ludmi”, dice Maxi que le dijo Carolina.
--La vicedirección de la escuela, Patios Abiertos, Coros y orquestas, luthería... Una máquina de trabajar.
--Sandra no decía que no. No sabía, no quería o no podía decir que no.
Pero al mismo tiempo estaba muy cansada. Después de tantos años y tanta
presión, Sandra vivía contracturada y pensaba qué hacer después de
jubilarse. Iba a cumplir 50 el 6 de abril de 2020.
--Maxi, ¿no pensás que hay una exigencia social injusta con los
docentes? Se les pide que sean apóstoles en vez de trabajadores. Y
después se los homenajea como mártires. Pero el destino no es morirse
trabajando.
--No, claro. Nadie debe morirse en una escuela. La responsabilidad de lo
que pasó arranca, de abajo hacia arriba, del Consejo Escolar, que
estaba intervenido por el gobierno provincial, por haber mandado a un
gasista no idóneo. No cerró la llave de paso. Pudo haber sido un error
humano. Estuvo la tarde anterior y algo hizo mal. Ahora, con el correr
de los meses, aparecen hipótesis sobre por qué ocurrió lo que ocurrió.
El caño troncal de gas pasaba entre el techo de la planta baja y el piso
de arriba. Distribuía el gas hacia abajo y hacia arriba. La pérdida
parece que estaba justo ahí. Entonces el gas se filtraba hacia la pared.
La escuela no era vieja, tenía solo seis años, pero ya había
filtración. Ojalá que ese gasista no trabaje nunca más. ¿Pero qué gano
si le dan 20 años de prisión, o de prisión domiciliaria? Justicia es que
no vuelva a pasar algo igual. Si fallaron los controles o si su
matrícula no le permitía cortar el gas, falló el Consejo Escolar, que
estaba intervenido, y falló la intervención de la Dirección de Cultura y
Educación.
--El puesto, de rango superior al del resto de los ministros, lo ocupa Gabriel Sánchez Zinny.
--Un día me llamó.
--¿Te llamó?
--Me acuerdo perfecto. El 7 de enero, para desearme felices fiestas.
Supongo que alguien le puso en la agenda que tenía que llamarme para fin
de año y se le pasó. Me llamó cinco meses y cinco después de la muerte
de Sandra.
--¿Y María Eugenia Vidal?
--Vidal estuvo inhumana. No fue capaz de bajar a la escuela. Vidal nunca me llamó. Tampoco a Mabel, la compañera de Rubén.
--¿Sentís bronca?
--Lo que me da bronca la ausencia del Estado. No arregló bien la
instalación, no controló al gasista, no estuvo con nosotros después de
los fallecimientos. Ni siquiera la señora gobernadora y el señor
director de Cultura y Educación fueron a la escuela a interiorizarse y a
brindar cierto apoyo. Solo tuve ese llamado frío. La fiscal (María
Gabriela) Urrutia dice que hay seis imputados y que esta causa muere
acá. Que no va a llegar a un funcionario de la provincia. No sé por qué
lo dice. Los abogados sabrán. Igual, mi bronca no es jurídica. Mi bronca
es porque ellos ficcionan.
--¿Ellos?
--La señora gobernadora y el encargado de las escuelas. Mi bronca es
social. Yo no quería que Sandra se muriera trabajando. Habría querido
toda la vida que no sucediera lo que sucedió. Muchas veces me pregunté
qué habría sentido yo si a Sandra la hubiera levantado un auto mientras
corría una picada. ¿Cuál sería mi sentimiento hoy? No logro llegar a una
conclusión. Y vuelvo al gasista y al Estado. El gasista parece que el
1°, el día anterior al fallecimiento, no cerró la llave de gas. Y en un
cuarto cerrado y sin ventanas dejó un ventilador funcionando. Claro, el
rotor del aparato larga chispas. Había gas filtrando desde el troncal.
Se puede haber acumulado. En esos casos la explosión puede producirse en
contacto con el oxígeno. ¿Pasó eso cuando Sandra y Rubén abrieron la
puerta y entró aire? Puede ser. ¿O fue el rotor? Pienso y pienso pero no
me quiero volver loco. Pienso que esa puerta debió haber quedado
abierta.
--¿Tenés respuesta?
--Para ese punto sí. Ella siempre cerraba lo que podía, así evitaba
cualquier vandalismo. Cuidaba cada cosa de la escuela como si fuera
suya. Siempre se preocupaba y ponía el cuerpo. Hasta para la comida. Por
eso el día que fallecieron, ella y Rubén estaban temprano en la
escuela. Querían que los chicos tuvieran asegurado su desayuno. Lo mismo
con las manzanas.
--¿Qué es lo de las manzanas?
--Cuando el proveedor llevaba manzanas que no estaban para comer se las
traía acá, hacía dulce y después preparaba tortas para llevarlas a la
escuela los sábados. Con nuestra harina y nuestro gas. Y cada vez que
llevaba algo o que cocinaba se duplicaba la matrícula del patio. “Seño,
¿el sábado qué comemos?”, le preguntaban. Y ella prometía hacer sopa
paraguaya si cada uno llevaba un huevo. Que no se entere la gobernadora,
pero cuando a los pibes se les colgaba la pelota ella misma se subía al
techo. Cuando en el programa Patios se le fue el auxiliar, antes de
volver a casa se iba a limpiar los baños para que quedaran bien. Sandra
era muy responsable. Extremadamente. Con los horarios ni te cuento.
Llegaba 40 minutos antes de su turno. A veces se iba en bicicleta. Nunca
le molestó darle tiempo suyo a la escuela. A veces se quedaba después
de su hora por un proveedor o por un padre que quería consultarle algo.
Volvía a las cuatro de la tarde. Cometía esos excesos...
--Dijiste que vivía contracturada.
--Con unos tremendos dolores de espalda. No hubiese tenido problemas en
volver a su grado, porque el cargo original estaba latente y el de
vicedirección no era titular. Pero no daba más después de tantos años y
tanto esfuerzo.
--¿Qué pensaba hacer de jubilada?
--No sé. Seguro que algo. Repostería, por ahí. Cocinaba unos bombones
riquísimos. Podía estar tres o cuatro horas, y los hacía cada vez más
complejos. Cocinar era su cable a tierra. Siempre le admiré cómo de la
nada una hora después la cocina aparecía con cuatro docenas de
empanadas. Siempre iba para adelante. En todo. Como yo estoy operado de
la columna no puedo hacer fuerza. Ella hacía fuerza por mí aunque yo le
dijera que no. A veces entendía que no debía hacerlo y a veces no. Los
domingos se levantaba temprano y nos despertaba a todos. Cuando nos
demorábamos se ponía loca. A las ocho de la mañana cortaba el pasto. En
verano le llevaba una hora y medio o dos regar sus plantas.
--¿Por placer?
--Le gustaba.
--El placer del deber.
--Algo así. Jamás se tiraba a chanta ni pasaba una licencia trucha. En
los últimos tres o cuatro años no debe haber pasado de una falta por
año. Y se embroncaba con los que sí lo hacían. Un día llegó con la cara
ensangrentada. Se había caído de la bicicleta porque llevaba una bolsa
de pelotas para los pibes. Al día siguiente fue a laburar. Tenía su
carácter, Sandra.
--¿Cuándo empezó tu relación con Sandra?
--Empezamos a salir en el 98. En las vacaciones de verano. Vacaciones es
un decir, porque ella tenía sus cargos en la escuela 55, acá cerca, en
Trujuy, y de golpe te decía: “Me tengo que ir a la escuela”. En
vacaciones pintaban su aula. Con otra amiga compraban un tacho de 20
litros y pintaban dos grados, Primero A y Primero B, poniendo guita de
su bolsillo. Yo les hacía los dibujitos en la compu y ellas decoraban y
pintaban las letras en las paredes.
--¿Vivían en esta casa, en Trujuy?
--No. En Castelar, en el departamento de un amigo. Le pagábamos los
impuestos y no nos cobraba alquiler. Así estuvimos cuatro años, hasta
que necesitó el departamento para el hijo. Después nos fuimos a Villa
Tessei, al lado de la casa de mis viejos, en condiciones parecidas.
Otros cuatro años. Otra vez un hijo que lo necesitaba. Al final pudimos
alquilar un duplexito. Después nos mudamos acá. Este lugar donde estamos
ahora conversando es la casa paterna de Sandra. Era una prefabricada
que el padre fue haciendo de material. Criaba animales. Lechones. Hacía
factura de cerdo.
--El campo.
--Casi. Mi suegro era parquista. Fue parquero de Julio Bocca.
Un tipo de campo, Rogelio. Y mi suegra, María Eva, si tiene que levantar
una pared lo hace. Aunque también se le da por los animales.
--¿Y Sandra?
--Muy plantera. Sabía cuándo a una planta le gustaba el lugar y cuándo
no. Yo no tengo mano verde, como se dice. Las plantas, sin ella, se
fueron muriendo.
martin.granovsky@pagina12.com.ar
Fuente de entrevista: https://www.pagina12.com.ar/209492-a-un-ano-de-la-explosion-de-la-escuela-vidal-estuvo-inhumana