26/8/14

Grandes pensadores definen al pensador...Cortázar sus 100 años y dos cartas especiales...


Creo que así como vos tuviste un hermano y a pesar de no verse nunca, no importaba.
Nosotros, podemos decir que también ,era  de esos que mientras algunos dormían , iban  en busca de la estrella elegida que podía y puede  darse desde la lucha de un fusil o desde el pensamiento y la palabra !!! GRACIAS!!!!

  Julio Cortázar definido por los grandes....

 "Julio Cortázar transitó desde el desaliento a la esperanza, y esto es lo que no le perdonaron quienes en su momento lo acusaron de ingenuo y hoy lloran lágrimas de cocodrilo porque se murió".
   "Cortázar hombre viajó de la soledad a la solidaridad, y esto le posibilitó sentirse y ser cada vez más joven, otro de los puntos envidiados por muchos. Además logró tener todas las edades, con esa capacidad de asombro que es también capacidad de pasión".
   "Nos unían cosas muy hondas que no eran solamente políticas en el sentido limitado que la gente le da a la palabra "política", sino una vocación compartida, que era también una vocación solidaria, una pasión de libertad compartida que en los dos pasaba por la magia".
   "El mayor mérito literario de Cortázar es habernos ayudado a comprender hasta dónde es natural eso que llamamos sobrenatural. Julio incorporó a la vida cotidiana esas energías secretas que andan en el aire del modo más natural, más espontáneo. No hizo una literatura fantástica opuesta a una literatura de la realidad, sino que hizo una literatura de la realidad y, por lo tanto, hizo una literatura fantástica".
Era un hombre que hacia el viaje al revés .(fragmentos)

 Con un solo brazo nos abrazaba a los dos. El brazo era larguísimo, como antes, pero todo el resto se había reducido mucho, y por eso Helena lo soñaba con desconfianza, entre creyendo y no creyendo. Julio Cortázar explicaba que había podido resucitar gracias a una máquina japonesa, que era una máquina muy buena pero que todavía estaba en fase de experimentación, y que por error la máquina lo habia dejado enano.Julio contaba que las emociones de los vivos llegan a los muertos como si fueran cartas, y que él había querido volver a la vida por la mucha pena que le daba la pena que su muerte nos había dado. Además, decía, estar muerto es una cosa que aburre. Julio decía que andaba con ganas de escribir algún cuento sobre eso.(  El libro de lo abrazos)  .Eduardo Galeano.



"Cortázar ha dicho que, aunque nació por azar en Bruselas, es por supuesto argentino; y desde 1959 tiene también otro país: Cuba. Los cubanos andamos tan estrepitosamente contentos con esto, que Julio apenas puede atender en su hotel llamadas, visitas, entrevistas, suspiros, aleluyas. Cuando se comentó Rayuela en la Casa de las Américas, recién aparecida la obra, y a pesar que apenas habían llegado ejemplares al país, la sala tuvo más espectadores que nunca antes, hasta la calle, y hubo que suspender a pulso el conversatorio, pasada largamente la medianoche"
Con Julio Cortázar en Cuba (fragmento)/ Roberto Fernández Retamar
Publicado en revista Proa, número 43, "Vigencia de Julio Cortázar"






 "A Julio lo conocí en París, creo que en 1966, en casa de Darwin Flakoll y Claribel Alegría, amigos comunes. Desde el pique me pareció un tipo entrañable, sin falsas modestias ni caricaturas de vanidad.
El posterior conocimiento, el trabajo conjunto y las muchas horas de conversación mantenidas a través de los años en diversos puntos del conturbado planeta, me han confirmado su actitud generosa, su sincera y eficaz militancia en defensa de las conquistas revolucionarias de Cuba y Nicaragua"
Mario Benedetti- Un 12 de febrero invernal (fragmento)
Publicado en diario El país, Cali, 12 de febrero de 2004




El ciudadano Julio Cortázar, el bondadoso. Cuántas veces nos vimos en la casa de Soriano, en ese París. Cortázar, que se nos fue hace veinte años, era el hombre del bolsillo abierto, con el corazón en esa América latina de los Sandino y los Zapata. Nos llenó de letras mostrándonos nuevos caminos e interminables sueños e ilusiones en sus libros irrepetibles. Cortázar terminó en la pureza corroborada por el hecho de que el presidente de la Rosada no lo recibió. A Cortázar, el puro. Me acuerdo del último encuentro, cómo acariciabas a esa muchacha, tu amor. Tus ojos adolescentes revivían como si estuvieras jugando a la “Rayuela” y llegaras al cielo para siempre, acompañado.
La paz eterna y los perversos (fragmento), por Osvaldo Bayer
Publicado en diario Página/12, Buenos Aires, 14 de Febrero de 2004





"Yo vivía en Tandil y empezaba a escribir algunos cuentos horribles. Como todo el mundo tenía su dirección, yo también. Y le envié el texto. Un mes después recibí una carta. Se había tomado el trabajo de arrancar de La revista de Occidente su cuento Una flor amarilla, uno de sus grandes cuentos, por otra parte. Y nada más. Por supuesto, entendí bien que esa no respuesta era una respuesta en sí misma, casi una gentileza."
   "Para el joven que yo era, Bestiario y Todos los fuegos el fuego fueron un deslumbramiento. No tanto Rayuela, un libro complejo para mí. Claro que hay que ubicar esto en el tiempo. Yo era un muchacho provinciano, no un informado porteño. Éramos tres o cuatro amigos que nos intercambiábamos libros. Lo que recibí fue el golpe de estar frente a algo que nunca se había hecho. Los leí como algo nuevo en literatura, inéditos en las letras argentinas. Volviendo a Rayuela, lo que nos deslumbraba era la maestría en el dominio del texto largo, que es algo que todo cuentista sueña con manejar, con ver si algún día podrá. Todavía, cuando saco Rayuela y la hojeo, me doy cuenta de que, leída desde hoy, joven, debe ser una novela totalmente distinta. Los franceses dicen: "Cuando vos te morís vas al Purgatorio" y calculan que eso dura diez años, hasta que después viene el paso al Paraíso o al Infierno. Borges no fue al Purgatorio. Murió y acrecentó su fama y su prestigio. En cambio, Julio pasó por un purgatorio. Yo he leído notas francamente adversas de tipos que decían haber vivido engañados respecto a Cortázar. Era como para preguntarles: '¿Y vos qué tenés para aportar?'."
   "Cuando yo iba a su casa y él venía a la mía, seguramente el tema era la Argentina. Temíamos, claro, que iba a ser una catástrofe. Él lo razonaba de una manera entre poética y política. Decía que la mayoría de la gente cercana a la cultura corría peligro y que la situación iba a ser muy asfixiante como para poder resistir activamente desde adentro."
   "En honor a la verdad y para no caer en idealizaciones, él era muy ortodoxo. Una vez, recién llegado de Cuba, fui a casa. Recuerdo que le dije que había visto cosas jodidas. Pero Julio insistía en que no había que darle pasto a las fieras. Se lo discutí un poco, argumentando que no podíamos vendernos bolazos entre nosotros. Pero él no se movía de su postura."
Como intelectual fue un modelo y respecto a Cuba, un ortodoxo (fragmentos),
reportaje a Osvaldo Soriano por Carlos Ferreira
Publicado en revista La Maga, "Homenaje a Cortázar", Buenos Aires, noviembre de 1994



"Lo que más me gusta es, digamos, lo que tiene Kafka: la posibilidad de partir de un hecho sencillo y cotidiano, aparentemente sin importancia, de desarrollar un relato en el que cada palabra va retorciendo esa aparente normalidad para, poquito a poco, llegar a una situación totalmente imprevisible. Kafka no leyó a Cortázar, pero si hubiera la posibilidad de que lo leyera diríamos que son espíritus afines".
   "Rayuela es una gran novela que no sabemos nunca dónde está, una vez que se puede organizar de todas las formas posibles e imaginarias. La novela normal es fija, inmóvil, no se mueve, pero Rayuela no. Rayuela nunca está. Siempre se está moviendo. Incluso si el lector hace una sola lectura de Rayuela, se quedará con la imagen de una novela inmóvil, pero porque ese lector ha sorprendido la novela en un momento en que ésta se encuentra inmóvil. Sin embargo, en la lectura siguiente se moverá".
José Saramago/ Saramago  lo relaciona con Kafka (fragmentos)
Publicado en Mural, México, 14 de Febrero de 2004


"Hacia mil novecientos cuarenta y tantos, yo era secretario de redacción de una revista literaria, más o menos secreta. Una tarde, una tarde como las otras, un muchacho muy alto, cuyos rasgos no puedo recobrar, me trajo un cuento manuscrito. Le dije que volviera a los diez días y que le daría mi parecer. Volvió a la semana. Le dije que su cuento me gustaba y que ya había sido entregado a la imprenta. Poco después, Julio Cortázar leyó en letras de molde Casa Tomada con dos ilustraciones a lápiz de Norah Borges. Pasaron los años y me confió una noche, en París, que ésa había sido su primera publicación. Me honra haber sido su instrumento.
   El tema de aquel cuento es la ocupación gradual de una casa por una invisible presencia. En ulteriores piezas Julio Cortázar lo retomaría de un modo más indirecto y por ende más eficaz.
   Cuando Dante Gabriel Rossetti leyó la novela Cumbres Borrascosas le escribió a un amigo: "La acción transcurre en el infierno, pero los lugares, no sé por qué, tienen nombres ingleses." Algo análogo pasa con la obra de Cortázar. Los personajes de la fábula son deliberadamente triviales. Los rige una rutina de casuales amores y de casuales discordias. Se mueven entre cosas triviales: marcas de cigarrillo, vidrieras, mostradores, whisky, farmacias, aeropuertos y andenes. Se resignan a los periódicos y a la radio. La topografía corresponde a Buenos Aires o a París y podemos creer al principio que se trata de meras crónicas. Poco a poco sentimos que no es así. Muy sutilmente el narrador nos ha atraído a su terrible mundo, en que la dicha es imposible. Es un mundo poroso, en el que se entretejen los seres; la conciencia de un hombre puede entrar en la de un animal o la de un animal en un hombre. También se juega con la materia de la que estamos hechos, el tiempo. En algunos relatos fluyen y se confunden dos series temporales.
   El estilo no parece cuidado, pero cada palabra ha sido elegida. Nadie puede contar el argumento de un texto de Cortázar; cada texto consta de determinadas palabras en un determinado orden. Si tratamos de resumirlo verificamos que algo precioso se ha perdido"

Prólogo, de Jorge Luis Borges
(Julio Cortázar, Cuentos, Hispamérica Ediciones, Buenos Aires, 1985
Biblioteca personal de Jorge Luis Borges)




Innumerables son las obras de excelencia  que nos deja Cortázar ,( para todos los momentos y todos los gustos) es difícil la elección , por eso en  mi lista  hoy la encabezan  dos cartas  que no  tienen nombres imaginarios , hablan desde su condición de amigo, de hermano  , de compañero, de ser !!!.....



A Adelaida y Roberto Fernández Retamar
París, 29 de octubre de 1967
Roberto, Adelaida, mis muy queridos:
Anoche volví a París desde Argel. Sólo ahora, en mi casa, soy capaz de escribirles coherentemente; allá, metido en un mundo donde sólo contaba el trabajo, dejé irse los días como en una pesadi­lla, comprando periódico tras periódico, sin querer convencerme, mirando esas fotos que todos hemos mirado, leyendo los mismos ca­bles y entrando hora a hora en la más dura de las aceptaciones. En­tonces me llegó telefónicamente tu mensaje, Roberto, y entregué ese texto que debiste recibir y que vuelvo a enviarte aquí por si hay tiem­po de que lo veas otra vez antes de que se imprima, pues sé lo que son los mecanismos del télex y lo que pasa con las palabras y las fra­ses. Quiero decirte esto: no sé escribir cuando algo me duele tanto, no soy, no seré nunca el escritor profesional listo a producir lo que se espera de él, lo que le piden o lo que él mismo se pide desesperada­mente. La verdad es que la escritura, hoy y frente a esto, me parece la más banal de las artes, una especie de refugio, de disimulo casi, la sustitución de lo insustituible. El Che ha muerto y a mí no me que­da más que el silencio, hasta quién sabe cuándo; si te envié ese texto fue porque eras tú quien me lo pedía, y porque sé cuánto querías al Che y lo que él significaba para ti. Aquí en París encontré un cable de Lisandro Otero pidiéndome ciento cincuenta palabras para Cuba. Así, ciento cincuenta palabras, como si uno pudiera sacarse las pala­bras del bolsillo como monedas. No creo que pueda escribirlas, estoy vacío y seco, y caería en la retórica. Y eso no, sobre todo eso no. Li­sandro me perdonará mi silencio, o lo entenderá mal, no me impor­ta; en todo caso tú sabrás lo que siento. Mira, allá en Argel, rodeado de imbéciles burócratas, en una oficina donde se seguía con la rutina de siempre, me encerré una y otra vez en el baño para llorar; había que estar en un baño, comprendes, para estar solo, para poder desahogarse sin violar las sacrosantas reglas del buen vivir en una organi­zación internacional. Y todo esto que te cuento también me aver­güenza porque hablo de mí, la eterna primera persona del singular, y en cambio me siento incapaz de decir nada de él. Me callo entonces. Recibiste, espero, el cable que te envié antes de tu mensaje. Era mi única manera de abrazarte, a ti y a Adelaida, a todos los amigos de la Casa. Y para ti también es esto, lo único que fui capaz de hacer en esas primeras horas, esto que nació como un poema y que quiero que tengas y que guardes para que estemos más juntos.

CHE
Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca
Pero no importaba. Yo tuve un hermano
que iba por los montes
mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo
le tomé su voz
libre como el agua,
caminé de a ratos
cerca de su sombra.
No nos vimos nunca
pero no importaba,
mi hermano despierto
mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome
detrás de la noche
su estrella elegida.
Ya nos escribiremos. Abraza mucho a Adelaida. Hasta siempre,
Julio



 Carta muy abierta a Francisco Urondo


Por Julio Cortázar
[Publicada en Liberation, 1973]-

Parece, según noticias de buena fuente, que de un tiempo a esta parte, no es nada fácil dar con vos personalmente. Siempre fuiste un poco jodón, pero en este caso estoy convencido de que no tenés la culpa de que los amigos no puedan tomarse un vinito con vos, y como no soy rencoroso te escribo, Paco, con la seguridad de que muy pronto has de cambiar de conducta y no solamente aceptar visitas sino incluso devolverlas. A la espera de todo eso te voy a hacer rabiar un poco, porque si a vos no se te puede ver resulta que a otros si, y a lo mejor te divierte que te cuente como me las arreglé en Quito hace apenas dos meses, para ir a pegarle un abrazo a Jaime Galarza. 

Yo a este punto ya lo conocía de París, no personalmente pero allá, lo sabés de sobra, somo muchos los latinoamericanos que se juntan y hablan y por ahí van saliendo algunas cosas, pavaditas, claro, no vamos a exagerar. Y los ecuatorianos me habían contado cosas de Galarza, yo lo había leído y de golpe zás, El festín del petróleo. Nada, doscientas páginas poniendo en claro lo que a mucha gente le interesaba mantener oscuro, el invariable escamoteo de una riqueza casi increible, pactos y contratos y consorcios y cualquier cosa menos petróleo del Ecuador para los ecuatoriños. Vos te imaginás las consecuencias del libro: por un lado la edición que se agota antes de que haya tiempo de secuestrarla, y por otro una maquinita bien montada, Jaime Galarza a la cárcel como”cómplice intelectual” de una operación más bien movida en un supermercado. Todas estas cosas se repiten tanto que uno tiene la impresión de estar contando siempre lo mismo, en todo caso si te aburrís chiflame. Lo fuí a ver, y resultó más fácil de lo que pensaban algunos.


Fuí con la rubia Mireya (como irrespetuosamente la llamaste vos alguna vez a mi compañera), porque esta lituana loca no es de las que me deja ir solo a lugares de mala fama. Y como mala, es mala, algo sabés de eso, te sacan el pasaporte a la entrada y vos pensás que por ahí se les pierde, esos descuidos penosos. A Jaime lo encontramos con otros huéspedes del hotel y algunos amigos, entre ellos por extraña coincidencia un periodista que visitaba a otro detenido y que al día siguiente dió la noticia a tres columnas, cosa que te probará la utilidad de esa clase de circunstancias.


 Hablamos largo de Festín y de otros petróleos de este continente, yo aprendí algunas cosas que acaso serán útiles cuando vuelva a Francia, y además, hubo todo eso que hoy no puede haber entre vos y yo, ese quedarse callados, mirándose como nos miramos los amigos, con esa mirada que no tendrán nunca los que nos separan. Me fuí, claro, pero me fuí sabiendo que de alguna manera no me iba, y que también Jaime se iba conmigo en esa zona del corazón que está para siempre a salvo de los cercos, las rejas y el odio. Cambiamos un par de libros y abrazos, la rubia Mireya organizó como sólo ella sabe hacerlo un sistema perfecto de postes restantes, revistas, publicaciones y antibióticos para la muchachada de a bordo. A mi pasaporte no le faltaba ni un sello a la salida, y más bien pienso que tenía uno de yapa. Ahora sé quién es de veras Jaime Galarza, ahora me siento más fuerte porque su prisión, las cicatrices de la tortura en sus muñecas, serán como tantas otras cosas, parte de mi fuerza. Y si te cuento esto, Paco viejo, es porque sé que te gustará leerlo y que para vos será como si te hubiera visitado, como si también vos y yo hubiéramos fumado juntos un rato, mirándonos con nuestra sorna de porteños. 
Y también porque otros leerán esta carta, cerca o lejos de vos, y comprenderán que de alguna manera quise estar con todos, y que mi abrazo con Jaime es el que todos nos damos y nos daremos siempre, hoy de lejos, mañana en esa calle abierta en que nos encontraremos para seguir el largo, necesario y hermoso camino que lleva a nuestro sueño. 
                                                                     
                                                                                                             Julio....




 Julio Florencio Cortázar nace en Bruselas el 26 de agosto de 1914, hijo de Julio Cortázar y María Herminia Descotte. Con la ciudad ocupada por las tropas alemanas, la familia se muda a Ginebra y posteriormente a Zurich, donde aguarda el fin de la I Guerra Mundial. En 1918, la familia se instala en el suburbio bonaerense de Banfield. El padre abandona a la familia, y Julio Cortázar se cría con su madre, su hermana, su tía y su abuela. En 1923, el niño Cortázar escribe su primera novela, además de poemas. En 1932, obtiene el título de Maestro Normal, y en 1935, el de Maestro Normal en Letras. Ingresa en la Facultad de Filosofía y Letras. Enseña en Bolívar y Chivilcoy. En 1938, publica bajo el pseudónimo de Julio Denis su primer poemario, “Presencia”.

Durante años, el modo de sustento de Julio Cortázar provino de sus traducciones. Primero, en la prensa argentina, y posteriormente en la UNESCO, Cortázar se entregó a la labor con la misma intensidad que a la literatura. Tradujo a Gide, Chesterton, Daniel Defoe y Henry Bremond, pero el golpe de gracia vendría con las traducciones –míticas ya- de la obra en prosa de Edgar Allan Poe y “Memorias de Adriano”, de Marguerite Yourcenar. “Pienso también que lo que me ayudó fue el aprendizaje, muy temprano, de lenguas extranjeras y el hecho de que la traducción, desde un comienzo, me fascinó. Si yo no fuera un escritor, sería un traductor”

.Viaja a Cuba, donde se fraguará su compromiso político con la Revolución Cubana. También en 1961 aparece la primera traducción de una obra de Cortázar: la editorial francesa Fayard publica “Los premios”. El año siguiente ve la luz “Historias de cronopios y famas”, en la editorial Minotauro de Buenos Aires, y en 1963 lo hará “Rayuela”. Ese mismo año participa como Jurado en el Premio Casa de las Américas, en La Habana. Las traducciones de sus obras y sus colaboraciones en prensa se suceden. En 1966 publica “Todos los fuegos el fuego” y asume –con la publicación de su artículo “Para llegar a Lezama Lima” su compromiso con la izquierda latinoamericana y su lucha de liberación. Al año siguiente aparece “La vuelta al día en ochenta mundos”, y en 1968 “62, modelo para armar” y “Buenos Aires, Buenos Aires”. 1969 será el año del volumen de miscelánea “Último round”. En 1970, viaja a Chile para asistir a la investidura como Presidente de la República de Salvador Allende, y la editorial Sudamericana reúne en el libro “Relatos” una selección de cuentos de “Todos los fuegos el fuego”, “Las armas secretas”, “Final del juego” y “Bestiario”.

Cortázar mantuvo desde siempre un compromiso con la política, ya desde el tiempo en que Juan Domingo Perón era Presidente de Argentina; aunque antiperonista, Cortázar no participó en grupos o asociaciones políticas. En 1961 comenzó sus viajes a Cuba y descubrió cómo “La revolución cubana me mostró entonces el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política”. Así, años más tarde, en el prólogo de “Libro de Manuel”, Cortázar afirma que “Más que nunca creo que la lucha en pro del socialismo latinoamericano debe enfrentar el horror cotidiano con la única actitud que le dará la victoria: cuidando precisamente, celosamente, la capacidad de vivir tal como la queremos para ese futuro, con todo lo que supone de amor, de juego y de alegría”.


 La acción solidaria

Algunos de los poemas escritos por Julio Cortázar entre 1948 y 1958 se publican en 1971 bajo el título de “Pameos y meopas”. En 1972, es el turno de Prosa del observatorio, que incluye fotografías suyas, y en 1973 el de su obra más política, “El libro de Manuel”. La obra será galardonada con el Premio Médicis. En 1974, viaja a Roma como miembro del Tribunal Russell -una institución dedicada al estudio de la situación política y de los derechos humanos en Latinoamérica- y aparece “Octaedro”. Al año siguiente, participa en la Comisión Internacional de Investigación de los crímenes del régimen pinochetista, que tiene lugar en México, y pronuncia una serie de conferencias sobre la literatura latinoamericana en la Universidad de Oklahoma, recogidas –junto a otros dos textos- en “The final island: The fiction of Julio Cortazar”. También en 1975, publica “Fantomás contra los vampiros multinacionales” y “Silvalandia”. En 1976 aparece “Estrictamente no profesional. Humanario”, e inicia sus viajes a Nicaragua con una estancia en Solentiname que recogerá un año más tarde en el texto “Apocalipsis en Solentiname”, aparecido en el libro de relatos “Alguien aparece por ahí”. En 1978 se separa de Ugné Karvelis y da a la imprenta un libro sobre pintura, “Territorios”. En 1979 publica “Un tal Lucas”. En 1980 se casa con Carol Dunlop, y desde una nueva visita a Nicaragua se compromete con la Revolución Sandinista, además de conocer en Panamá a Omar Torrijos. Ese mismo año dicta unas conferencias en la universidad californiana de Berkeley, y publica el libro de cuentos “Queremos tanto a Glenda”. François Miterrand le otorga la nacionalidad francesa el 24 de agosto de 1981; ese año le es diagnosticada una leucemia. En 1982, publica el volumen de relatos “Deshoras” y muere su esposa, Carol Dunlop, con quién coescribió “Los autonautas de la cosmopista”, que aparecerá al año siguiente, al igual que “Nicaragua tan violentamente dulce”. Ese año viaja durante unos días a Argentina, y a La Habana. En 1984, recibe la Orden de la Independencia Cultural Ruben Darío nicaragüense.
 El 12 de febrero, muere de leucemia y es enterrado junto a Carol Dunlop en el cementerio parisino de Montparnasse.

Fuente:http://www.clubcultura.com
Página oficial supervisada por Aurora Bernárdez, viuda, albacea y heredera universal del legado del autor © ClubCultura



1 comentario :

hebe dijo...

EXCELENTE, ME LO LLEVO, TQM