23 años del atentado a la Embajada de Israel, y una pregunta
sin respuesta:
¿Por qué el embajador israelí, Itzhak Shefi (suspendió las tareas de rescate cuando aún se presumía y/o constaba , que había sobrevivientes en los subsuelos?...... (ver nota completa de Dante López Foresi ,al final de esta entrada.) .
¿Por qué el embajador israelí, Itzhak Shefi (suspendió las tareas de rescate cuando aún se presumía y/o constaba , que había sobrevivientes en los subsuelos?...... (ver nota completa de Dante López Foresi ,al final de esta entrada.) .
Atentado
a la embajada, para muchos parece tema menor, se abocan por estos días al héroe nacional Alberto
Nisman (ex fiscal general de la causa
AMIA) quien durante 10 años no
logro demasiado y fue la muerte la que lo coloco en un lugar de permanente vigencia, hasta con marchas en
su memoria, me pregunto esa gente que marcho y es Nisman, será hoy los 22
muertos de la embajada o sus cientos de heridos .
"El expediente por la
voladura de la Embajada, en la que el Estado de Israel no figura como
querellante, acumula 250 cuerpos, mientras las víctimas siguen esperando
Justicia", ¿SERÁ? (-cm-)
La embajada del Estado de Israel en Buenos Aires fue volada por un
atentado terrorista ,un 17 de marzo de 1992, dejando un saldo de 22 muertos y 242 heridos.
Pasaron 23 años y la
investigación a cargo de la Corte Suprema de Justicia no arrojó resultados
concretos sobre los autores materiales e intelectuales de aquella masacre.
La presidenta Cristina Fernández de Kirchner, durante la
Asamblea Legislativa del domingo 1 de marzo había dicho:
"¿Sabe alguien,
alguien le puede informar a esta Presidenta cuál es el resultado de la
investigación que llevó adelante la Corte Suprema de Justicia de la Nación del
atentado de la embajada de Israel, quiénes son los condenados, cuáles son los
procesados, qué fue lo que pasó?".
Y enseguida ,Ricardo Lorenzetti , (Suprema Corte de Justicia), , salía al cruce de la
presidenta durante su discurso de apertura
del año jucicial.
Muy
anterior a la conformación de la Corte actual. Encontró culpable a un
grupo: Hezbollah. Esa sentencia
está publicada y consentida por las partes. Nosotros no podemos, como tribunal,
modificar el fallo,"es cosa juzgada”.
Y
un día después de que el magistrado sostuviera que el hecho "es cosa
juzgada" y que el máximo tribunal no podía "modificar" la
"sentencia", el cuerpo que preside emitió un documento relativizando
estos planteos.
"Se continúa con la pertinente investigación." Con
esa afirmación, la Corte Suprema de Justicia de la Nación concluye un informe
sobre el estado de la causa en la que se investigó el atentado a la Embajada de
Israel y desmiente al propio presidente del máximo tribunal, Ricardo
Lorenzetti.
En el informe de la Secretaría Judicial N° 3, a cargo de Esteban Canevari, si bien se resalta que "está probada la materialidad de los hechos –cómo ocurrió el atentado– y también señalada la responsabilidad penal de sus autores" y que "ambas circunstancias (pilares de la investigación) han sido consentidas por las partes", destaca que "sobre esa base firme se continúa con la pertinente investigación, para lo cual se ha solicitado la necesaria colaboración internacional".
Claro y contundente, el texto rechaza el punto final de la pesquisa que había hecho público el titular del máximo tribunal del país. De hecho, en ninguna de las cinco páginas del informe que difundió el CIJ se hace mención a los términos "cosa juzgada" o "sentencia". Fue una forma elegante –o no tanto– de resolver el desliz del titular del cuerpo"
En el informe de la Secretaría Judicial N° 3, a cargo de Esteban Canevari, si bien se resalta que "está probada la materialidad de los hechos –cómo ocurrió el atentado– y también señalada la responsabilidad penal de sus autores" y que "ambas circunstancias (pilares de la investigación) han sido consentidas por las partes", destaca que "sobre esa base firme se continúa con la pertinente investigación, para lo cual se ha solicitado la necesaria colaboración internacional".
Claro y contundente, el texto rechaza el punto final de la pesquisa que había hecho público el titular del máximo tribunal del país. De hecho, en ninguna de las cinco páginas del informe que difundió el CIJ se hace mención a los términos "cosa juzgada" o "sentencia". Fue una forma elegante –o no tanto– de resolver el desliz del titular del cuerpo"
El texto publicado, omitió informar que en 2006 los
miembros de la Corte Suprema de justicia firmaron un fallo en el que declararon
la "imprescriptibilidad" de la causa en la que se investiga el
atentado contra la representación israelí en Argentina.
La continuidad de la pesquisa sobre la voladura de la
sede diplomática israelí está en sintonía con los cuestionamientos que había
recibido Lorenzetti por su polémica afirmación de "cosa juzgada" con
la cual pretendió dar por clausurada la actuación de la justicia argentina en
ese expediente.
"siempre hubo dificultades" en ese caso.
"Las puso la propia Embajada que no permitió al doctor (Ricardo) Levene y a peritos de la Corte penetrar en el edificio destruido"
Toc...Toc...Toc
Las dudas
que aún nos quedan a quienes escuchamos lo que no se informó y vimos lo que no
se mostró ¿Existió un coche-bomba? ¿Dejó un cráter sobre el asfalto de la calle
Arroyo? ¿Por qué el embajador israelí suspendió las tareas de rescate cuando
aún se presumía que había sobrevivientes en los subsuelos?
Por
Dante López Foresi - @DanteForesi
El 17 de marzo
de 1992 quién firma este artículo trabajaba como cronista del programa
“Despertar al país”, que se emitía todas las mañanas por el entonces llamado
ATC y era conducido por el recordado y extrañado Daniel Mendoza.
A las 14,47 hs,
momento exacto de la explosión, me encontraba en el estacionamiento subterráneo
ubicado sobre Avenida Corrientes esquina San Martín. A pocas cuadras del lugar.
Debo reconocer que mi primera impresión fue que se había iniciado un temblor o
terremoto. Hay que tener en cuenta que en Argentina fue la primera vez que
sufrimos un atentado terrorista con explosivos de tan alto poder. En ese
momento solamente tenía mi grabador de mano, ya que también trabajaba en Radio
del Plata por la mañana. No recuerdo exactamente porqué ese día no estaba en el
canal. Ah si...empezaba mi turno en un par de horas. Corrí todas las cuadras
que separan el garage mencionado con lo que quedaba de la Embajada de Israel.
Decenas de
personas, de cronistas, de argentinos solo atinábamos a mirar con una infantil
cara de asombro y de terror y a caminar en círculos levantado trozos de vidrio,
de cemento, de ladrillos. Jamás habíamos visto semejante calamidad. Todos
recuerdan la conmovedora aparición espontánea de los ciudadanos que –luego de
enterarse a través de los medios de comunicación del espantoso atentado- se
acercaron a la calle Arroyo para colaborar en lo que fuera necesario. Se les
colocó una pechera amarilla pocas horas después. Fue la primera vez que percibí
esa extraña mezcla entre aroma y sensación indescriptible de la muerte por
asesinato. Allí comprobé que esa muerte despierta un sexto sentido profundo en
todos los que sobrevivimos ¿Miedo? ¿Espanto? ¿Aturdimiento? Si...todo eso y
algo que es inexorablemente inexplicable. Pero sigamos con el relato. Esa noche
casi no dormí, y a la mañana siguiente se me encomendó el desafío de transmitir
en vivo y directo para todo el país y el mundo desde el lugar del atentado
entre las 7 y las 9 de la mañana, cumpliendo mis funciones de cronista en el
programa del querido Daniel Mendoza. Fue una sensación de honor y de un
profundo temor.
Todo lo que
había aprendido mal o bien del oficio hasta esa mañana quedaba entre
paréntesis. Nada servía. Todo se volvía a inventar. Aunque resulte doloroso y
sin medir las consecuencias, creo que luego de 15 años siento el deseo y la
obligación de contar ciertas cosas que hasta hoy callé, un poco por no lastimar
a familiares de las víctimas y otro poco por ese temor que se siente al revivir
recuerdos e imágenes tan escalofriantes. Y –sobre todo- no conté nada durante
15 años porque no poseo una sola prueba de lo que voy a relatar a continuación,
pero tengo todas las certezas. Todo lo que usted pueda imaginar como morboso y
escalofriante es poco: trozos de cuero cabelludo, un ojo, un antebrazo. Me
cuesta aún contarlo. Pero lo más doloroso no fue ver eso mientras realizaba mis
varias salidas al aire informando sobre la mañana más conmovedora por lo
espantosa de la historia argentina, siendo consciente de que en todo el país
estaban pendientes de lo que decía con extrema avidez de noticias, sino lo que
voy a relatar a continuación y que es, justamente, el único silencio del cual
me culpo luego de tantos años de ejercer mi oficio. Recién terminábamos de
informar que el embajador israelí había ordenado que se suspendieran las tareas
de remoción de escombros. El argumento que se nos brindó fue que “puede
provocar más desmoronamientos y si hay sobrevivientes, aplastarlos”.
Personalmente, no creí en la excusa. Y recuerdo no haber sido el único.
Un voluntario
se acercó a mí en uno de los cortes y cuando ya no estaba en el aire de ATC y
mientras esperaba mi próxima salida. En su mano tenía un palo..un trozo de
madera. Me llevó hasta el supuesto cráter que la supuesta camioneta-bomba Ford
F-100 había dejado. “¿¿Eso te parece un cráter??”- me preguntó de manera
airada. Aunque sea materia opinable y la Justicia haya determinado que tenía 1
metro y medio de profundidad, debo decir que el sentido común me sigue
indicando –a quince años del atentado- que lo que vi no era un cráter.
Semejante explosión no pudo haber dejado una marca en el asfalto de tan escasa
profundidad. Lo que vi no era un metro y medio ni mucho menos. Lo vimos todos
los cronistas, pero me hago responsable por lo que personalmente observé. Pensé
en esa costumbre tan argentina de convertirnos en especialistas de lo que fuere
con tal de “tener la posta” y esa tendencia a ser peritos en materias
supinamente desconocidas por nosotros, y decidí no ahondar sobre la cuestión.
Además,
estábamos realmente desbordados por versiones, evidencias y hechos que debían
ser informados y nunca opinados. Todo era realmente caótico y no había tiempo
ni espacio para detenerse en "detalles". Solo habían pasado unas
pocas horas desde la explosión. Una pregunta que aún me hago, quizás por
ignorante y desinformado: ¿alguna vez se publicaron fotografías de
los restos de esa supuesta camioneta que la Justicia dijo haber hallado?.
Lo pregunto solamente de puro desinformado. Sigo. Este voluntario –de quién no
sé su nombre y a quien jamás volví a ver- no era el “cráter” lo único
que quería mostrarme. Había visto y escuchado mi último informe por ATC y se
acercó a mi decidido a presentarme pruebas. Me tomó del brazo pidiéndome
“acompañame por favor”.
Me llevó hasta
donde –según se decía- se encontraban los primeros subsuelos de la embajada. Se encontraba en sentido opuesto a
la pequeña sala que había sido improvisada como “centro de operaciones” de los
amateurs rescatistas voluntarios en una edificación lindera con la embajada. Me
llevaba del brazo hacia la zona de la embajada más cercana a la calle Suipacha.
Una versión circulaba insistentemente: debajo del sitio exacto donde nos
dirigíamos habría algo que el gobierno israelí no estaría dispuesto a mostrar
al público y que deseaba esconder celosamente. Y recordemos que el terreno de
una embajada es considerado diplomáticamente como territorio del país al cual
representa. ESE LUGAR puntual era territorio israelí. Una guardia numerosa de la Policía federal
nos impedía a los periodistas o voluntarios llegar hasta la zona. Recordemos
que las labores de rescate estaban suspendidas por órdenes del embajador Itzhak
Sheffi ¡A pocas horas de ocurrido el atentado!. Los agentes de Mossad
(servicio de inteligencia de Israel) ya estaban en el país.
Todo era
terriblemente desconcertante y confuso y, reitero, era la primera experiencia
argentina en atentados de semejante magnitud. El muchacho que me guió, que no
llegaba a los 30 años, golpeó 3 veces en el suelo (suelo argentino...a
centímetros del suelo considerado como israelí) con ese trozo de madera. Y
escuchamos, solo él y yo, como desde las profundidades nos devolvían el
mismo código de comunicación: “TOC..TOC...TOC...”. Era la prueba de que aún
quedaban sobrevivientes. Inmediatamente corrí al móvil de exteriores de ATC y
pedí que me dejaran salir al aire de manera urgente. Mi intención era hacer
público mi descubrimiento o, mejor dicho, el descubrimiento de ese voluntario
anónimo. Es más. Todos los voluntarios insistían ante los cronistas que había
sobrevivientes y era un verdadero crimen suspender las tareas de rescate. Desde
el canal me dijeron: “Esperá Dante...ya viene Daniel (Mendoza) y contale a
él”.
La respuesta de
Daniel fue: “Todavía no digas nada...esperá”. Esperé una eternidad.
Seguramente fueron pocos minutos, ya que Daniel estaba aprovechando una tanda
publicitaria para...¿para qué?. Pero sentí esos minutos como una vida entera
cargada de ansiedad. Y lo noté a Daniel tan ansioso como yo por dar a conocer
esa información lo antes posible. No olvidemos que Daniel Mendoza fue uno de
los mejores (sino el mejor) cronista de Argentina. La distancia de los años me
impide recordar detalles, como el tiempo que demoró una voz desde el canal a
través del móvil de exteriores en decirme: “Dante...ni se te ocurra decir todavía
lo que viste o escuchaste...después Daniel te va a explicar”. “¡¡ Pero
van a dejar morir a personas...no sean hijos de puta !!”- grité. La
respuesta fue un “quedate tranquilo”, y después...el silencio. Así
ocurrió, palabras más, palabras menos. Ninguna prueba. Ofrecí acercarme al
lugar con cámara y micrófono y que se escuche en vivo y directo lo que yo había
escuchado. Fue en vano.
Lo que acabo de
relatar es una confesión cargada de culpa que me persigue desde aquel fatídico
marzo de 1992 ¿Porqué no lo dije antes? Para decir algo debe haber alguien
dispuesto a escuchar y resolver. Era 1992. Siempre me inspiré en decir solo lo
que pudiera probar. Y así lo hice, hasta hoy. Nunca hablamos con Daniel Mendoza
sobre el episodio. Nunca pregunté. Sabía las respuestas. ¿Para qué preguntar?
Presiento que Daniel quedó -hasta su trágica muerte- con la misma frustración
que yo por no poder investigar más a fondo y permitirme salir al aire cuando lo
supliqué. Solo lo presiento. El presidente era Carlos Menem. Si mal no recuerdo
el Ministro del Interior era José Luis Manzano ¿O Carlos Corach? No recuerdo ni
tengo ganas de buscar esa información ahora...¿qué más da?. Eran lo mismo y
simbolizaban lo mismo. Trabajaba para un programa independiente, pero en el
canal oficial. No fui empleado de ATC jamás. La Corte Suprema era abiertamente
menemista.
Horas después,
miles de almas se habían concentrado en la avenida 9 de Julio aplaudiendo a
rabiar al embajador Itzhak Aviran, quien reemplazó a Itzhak Shefi a
pocos días del atentado por orden del gobierno israelí. Esas miles de
almas aplaudían al nuevo embajador que mantuvo la suspensión de la remoción
de escombros y el cerco perimetral que nos impidió volver a acceder a la zona
de desastre. La solidaridad argentina estallaba, y me recuerdo mirando a la
multitud pensando "si supieran". Las tareas de remoción de
escombros se reiniciaron uno o dos días después, nuevamente sin permitirnos
el acceso a periodistas.
Un par de años
más tarde un atentado aún más brutal como el perpetrado contra la AMIA hizo que
aquel 17 de marzo de 1992 quedara sepultado en la memoria de los argentinos
como un episodio difuso y difícil de recordar en detalle. Sepultado. Es
una palabra que para mi cambió de significado desde aquel marzo de 1992 ¿Dejaron
morir a personas para que no se descubriera algo que había en los sótanos de la
embajada? ¿Habrán sido ciertas esas versiones? ¿No es demasiada coincidencia
que la orden del embajador fuera casi simultánea con la llegada al país de los
primeros agentes del Mossad? ¿Por qué el gobierno israelí decidió cambiar su
embajador en Argentina a pocas horas del atentado? ¿Porqué ese voluntario me
eligió únicamente a mi para presentarme esa prueba? ¿Solo porque desde el único
televisor que tenían en su “búnker” los voluntarios estaban sintonizando ATC?
¿Será cierta la "pista israelí" de la que tanto se habla? ¿Matar a su
propia gente? Esos sonidos que escuché..¿habrá sido pura sugestión causada por
el horror? Respuestas que jamás conoceré.
Recuerdo que
hasta pasado mucho tiempo luego del episodio, nuestros diálogos entre cronistas
que habíamos cubierto el atentado giraba siempre en torno de esas dudas. Por mi
parte, solo una vez conté a un grupo de compañeros lo que ese voluntario me
mostró. Noté gestos incrédulos. Opté por no repetir la historia. El único
capital que poseemos los periodistas es la credibilidad. Ellos, optaron por lo
mismo que yo: seguir trabajando y cubriendo las noticias que desde las
redacciones nos ordenaban. Hasta que en 1995 decidí no volver a trabajar en
relación de dependencia, cosa que sigo haciendo. Recién hoy confieso los
motivos de mi renuncia a una de las mejores radios del país en 1995 para
lanzarme a tientas a buscar hasta hoy un espacio propio. No puedo acusar a
nadie.
Como dije, no
tengo pruebas. Jamás fui un fabulador y lo demostré hasta ante la Justicia en
otras circunstancias. Pero ese episodio no es una anécdota más. Ya no espero
que algún día se confirme judicialmente y luego de investigaciones profundas lo
que personalmente vi y escuché. ¿Acaso el crimen fue esclarecido? ¿Hubo
voluntad del gobierno y la Justicia de los `90 por esclarecer semejante
aberración? ¿Hubo voluntad de Israel por hacer Justicia?
Hoy en la AMIA
ciertos objetos son conservados como recuerdos y símbolos de ese horror, en
memoria de las víctimas. No conozco que haya ocurrido lo mismo con los restos
de la Embajada. Y menos, con lo que haya permanecido en los subsuelos. Es una
incógnita que jamás se develará.
Concluido este artículo no crea que me siento más desahogado. Hay tres
sonidos que vienen a mi cada 17 de marzo. Y otros días también. Casi todos los
días: TOC – TOC – TOC.
Fuente : http://www.agenciaelvigia.com.ar/toc_toc_toc.htm
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