Voy
a empezar por parte de la nota que publica hoy 4 de mayo de 2011 el diario
Tiempo Argentino, sobre declaraciones del jefe de la Cia en torno a los detalles del asesinato de
Osama Bin Laden....
La
CIA reconoció que los soldados tenían orden de eliminar a Bin Laden
En una entrevista televisiva, el director de la agencia,
León Panetta, admitió, además, se uso información obtenida por tortura para
llegar al saudita. El funcionario también dijo que presentarán fotos del
cadáver, pero no aclaró cuándo.
La
información obtenida de los detenidos en las cárceles secretas de la CIA
mediante la técnica de asfixia simulada ayudó a trazar el plan que acabó con la
vida de Osama Bin Laden, reconoció ayer el director de esa agencia, Leon
Panetta. En una entrevista con la cadena de televisión NBC, el alto funcionario
subrayó que las claves que llevaron a los servicios de inteligencia a hallar el
escondite del líder de Al Qaeda procedieron de “muchas fuentes de información”,
y no sólo de esta.
“En este caso, las técnicas de interrogación coercitivas fueron empleadas contra algunos de estos detenidos. Y el debate sobre si podríamos haber obtenido la misma información a través de otros enfoques, creo que siempre va a ser una pregunta abierta”, indicó. Preguntado por si en esas “técnicas de interrogación coercitivas” se incluía la asfixia simulada, Panetta respondió: “Correcto.”
El director de la CIA, que próximamente relevará a Robert Gates al frente del Departamento de Defensa, aclaró que las órdenes del presidente Barack Obama en la operación exigían matar a Bin Laden, y no simplemente capturarlo. “Eso estaba claro. Pero también lo estaba, como parte de las reglas de la operación, que si él de pronto levantaba las manos y se ofrecía a ser capturado, entonces tendríamos la oportunidad, obviamente, de capturarlo. Pero esa oportunidad nunca se presentó”, explicó Panetta.
El titular de la CIA reconoció que existía la preocupación de que las fuerzas pakistaníes respondieran a la presencia de los helicópteros y Fuerza de Operaciones Especiales de la Marina (SEALS) en una “zona tan sensible” –la localidad de Abbottabad, a las afueras de Islamabad– y abrieran fuego contra sus fuerzas. “Consideramos esa posibilidad. Por eso teníamos allí helicópteros de refuerzo”, dijo.
Panetta agregó que se difundirá finalmente una foto del cadáver de Bin Laden. Y admitió que “hay discusiones en el gobierno sobre qué es mejor hacer al respecto, pero no creo que h Blanca subrayó que aún no se tomó una decisión sobre la publicación o no de la imagen del cadáver de Bin Laden.aya algún conflicto si la fotografía finalmente se hace pública”
Haciendo
memoria....(es lo bueno de poder guardar todo en los blogs)
Ya
en Enero del 2009 hablábamos de esto....
"Guantanamo", crónica
de una muerte anunciada
No son los gobernantes de ese país,
los que más acercamiento o confianza me generan. son demasiados años de
tenerlos de la vereda de enfrente, de saber que en su escala de valores,
vienen" ellos y después el resto".
Pero hay cosas que no se pueden
dejar pasar por alto, Y el futuro cierre de Guantánamo y el cumplimiento de la
palabra empeñada(o al menos el intento),son dignos de destacar.
Hablo de mi pesimismo con respecto
al cambio , ya que no se si quiere hacerlo, pero si se que no puede hacerlo
demasiado profu.ndo, conociendo en las esferas que se mueve el seguramente lo
sabe más que ninguno de nosotros. -cpm-
Obama avanzó con el cierre de
Guantánamo
Barack Obama ordenó ayer suspender
los juicios contra 21 detenidos en Guantánamo, poniendo en marcha así el cierre
de uno de los pocos campos de concentración públicamente reconocidos por un
gobierno democrático.
En lo que fue su primera medida como
presidente de los Estados Unidos, Obama dio el paso más drástico en dirección
opuesta a la de la administración de George W. Bush. A nivel mundial, el cierre
de Guantánamo pone a Estados Unidos en un status jurídico de igualdad con el
resto de las naciones.
Pero a nivel interno, abre un
proceso de consecuencias difíciles de prever, en la medida en que pone
funcionarios del gobierno anterior a un paso de ser acusados por violaciones a
los derechos humanos, algo que no es la norma en las transiciones políticas
norteamericanas.
La decisión, una de las primeras que
firmó Obama durante la inauguración, ordena suspender los tribunales militares
de la Base de Guantánamo y lleva también la firma de Robert Gates, el secretario
de Defensa de Bush que Obama dejó en su cargo.
Pocas horas después, el coronel
Patrick Parrish suspendió el juicio que se desarrollaba contra Omar Khadr, un
canadiense acusado de matar a un soldado norteamericano en el 2002.
Guantánamo fue creada inmediatamente
después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en el marco
de la guerra contra el terrorismo declarada en todo el mundo por los Estados
Unidos.
Guantánamo llegó a tener una
población de 500 detenidos, de los cuales sólo quedan 245, todos sin juicio ni
acusación ante la justicia civil. Considerado como un centro de detención ajeno
al sistema judicial, la excepcionalidad de su status habilitó el uso de
torturas y violaciones a los derechos humanos contra los detenidos.
Obama firma el decreto que pondría
en marcha el cierre definitivo de Guantánamo en no más de un año. La orden
incluiría un período de 120 días de revisión de las causas, la liberación de
algunos detenidos y el sometimiento a juicios ordinarios de otros.
“Es bárbaro, ¿no? No hay dudas de
que esto frena las prácticas de Guantánamo”, dijo Clive Stafford Smith, un
abogado que representa a muchos de los detenidos. Inédito en la historia de
este país, la referencia inevitable para la Argentina es el juicio a las juntas
militares que impulsó el gobierno democrático de Raúl Alfonsín.
No por la jerarquía de los juzgados,
sino por las consecuencias legales y políticas, que marcan un quiebre con el
pasado y ponen al Estado como freno y no como impulsor de la violación a los
derechos humanos. Las características precisas del decreto determinarán los
alcances de la medida.
Si, por ejemplo, el Estado liberara
a los detenidos porque las pruebas en su contra fueron obtenidas por medios
ilegales, estaría reconociendo de forma explícita que los Estados Unidos
ejerció la tortura, abriendo la puerta a posibles juicios y demandas civiles
contra funcionarios de las fuerzas armadas, los servicios de inteligencia y la
anterior administración.
Hasta hoy, Obama no ha dado un aire
exagerado a las expectativas acerca del posible juzgamiento del ex
vicepresidente Dick Cheney o el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, dos
responsables directos de la creación de Guantánamo, y de los pocos funcionarios
que teorizaron sobre el uso de la tortura como un medio legítimo de los Estados
Unidos.
Más allá de la prudencia del nuevo
presidente, el proceso judicial que desencadene su decreto es algo que no
controlará por completo.De ahí que el apoyo a la medida fuera acompañado
en muchos casos con una renovada presión sobre Obama. Como el caso de Moazzam
Beg, un ex detenido británico, que afirmó que aún “no hay una definición clara
sobre el fin del centro de detención, y sobre el reconocimiento de todo el
proceso como ilegal”.
En Estados Unidos, el director de
Human Rights First, Gabor Rona, dijo que era un “gran primer paso, pero sólo un
primer paso”.
Odiosas como son, las comparaciones
con el juicio a las juntas militares son bastante precisas, aun si es un combo,
e incluye también las ambivalencias y flaquezas que marcaron posteriormente a
la Argentina.
Para evitarlo, Obama tendrá que
combinar la certidumbre de su lugar histórico con la practicidad de la acción
política.
En la Argentina del ’87, si Alfonsín
hubiera tenido un menor sentido de la trascendencia y un mayor espíritu
práctico, si hubiera mirado más acá de sus narices, habría entrado a Campo de
Mayo con Manzano y dos punteros del conurbano para llevarse a Rico de las
orejas, y quizás su final habría sido distinto.
En el caso de Obama, el avance en el
cierre de Guantánamo lo pone frente a buena parte del aparato de seguridad de
su país (aunque no todo), y frente a sectores claves de uno de los dos partidos
políticos.
Deberá combinar la certeza de cuál
es su verdadero poder y hasta dónde puede llegar con el sentido práctico de
cómo y cuándo hacerlo. Su primer día de gobierno, previsiblemente, fue una
continuación del clima emotivo de las últimas semanas.
El fracaso de la ilegalidad
Cuando Barack Obama firme la orden
que termine con el campo de prisioneros de Guantánamo, acabará de un plumazo
con uno de los capítulos más vergonzantes en la historia de la política
exterior norteamericana.
Desde el año 2002, cuando los
primeros prisioneros musulmanes fueron trasladados desde las montañas de
Afganistán hacia la base naval estadounidense en Cuba, sus muros de alambre de
púa y los uniformes naranjas de sus detenidos se convirtieron en los mayores
símbolos de las injusticias cometidas por Estados Unidos en su guerra contra el
terror.
Numerosas declaraciones por parte de
los prisioneros denunciando la tortura y los abusos allí cometidos se sumaron a
la controversia. Pero nada apartó al presidente Bush en su determinación de
pasar por encima del derecho internacional y mantener detenidos en condiciones
ilegales a decenas de sospechosos, sin juicio o cargo alguno.
A los que se llevó allí se los
denominó “enemigos combatientes”, en un vil intento por esquivar los derechos
garantizados por las Convenciones de Ginebra.
En seis años, cerca de 800
prisioneros pasaron por las celdas de detención de Guantánamo, donde al menos
cuatro internos se suicidaron y varias docenas más fallaron en el intento.
La base naval, que también es
conocida con el nombre de Camp Delta o, en jerga militar, Gitmo, alberga en su
interior otros tres campos más pequeños, llamados Camp Echo, Camp Iguana y Camp
X-Ray.
La tarea más dura para la
administración Obama será encontrar un lugar donde enviar a los 245 detenidos.
Es muy probable que 21 de ellos, que ya enfrentan procesos en tribunales
militares y entre los cuales se encuentra Khalid Sheikh Mohammed, presunto
cerebro de los atentados del 11 de septiembre de 2001, permanezcan en Estados
Unidos para terminar de ser juzgados y condenados.
Otros 60 casos que se prosiguen
actualmente serán puestos en suspenso para que un nuevo equipo de fiscales
revea los expedientes.
Entre el resto de los reclusos,
figuran dos hombres que dicen tener residencia británica, por lo que se
requerirá de arduas negociaciones diplomáticas con sus respectivos gobiernos.
Algunos de ellos, incluyendo un buen número de argelinos, no pueden ser
enviados a sus países de origen puesto que se sabe que allí serán detenidos y
torturados por gobiernos que los consideran terroristas islámicos.
Por tal motivo, se les pidió a
varios gobiernos europeos que no tienen conexión alguna con los detenidos que
reciban prisioneros y contribuyan así con el cierre de la base.
Hasta ahora, sólo Portugal, Irlanda
y Suiza estarían en condiciones de ofrecerse. Pero la clave serán las
negociaciones con el gobierno de Yemen, de donde se calcula que serían al menos
100 detenidos.
El problema fue que la
administración Bush siempre se negó a negociar con las autoridades de este
país. Veremos qué pasa ahora. Por su parte, Gran Bretaña solicitó formalmente
la liberación de dos de sus ciudadanos detenidos: Binyam Mohammed, 38, es un
refugiado etíope con papeles británicos que se encuentra detenido en Guantánamo
desde hace cuatro años, y Shaker Aamer, 41, es un saudita casado con una
inglesa.
El estatuto británico de un tercer
preso, Ahmed Belbacha, 39, todavía está en disputa: se trata de un argelino que
vive en Londres y que es reclamado por esta capital. La cárcel de Guantánamo
fue descripta por varios jueces alrededor del mundo como un “limbo” legal,
aparte de una mancha en los principios fundantes de la justicia norteamericana.
Obama sabe que si de veras quiere
poner de vuelta a su país bajo el imperio de la ley, éste es el lugar por donde
debe comenzar.
fuente: Ernesto Semán (página 12) *
De The Independent. Especial para Página/12.
Publicado en este blog en Enero del 2009-
Desgraciadamente mi pesimismo no estaba mal rumbeado..... Más de lo mismo definitivamente!!!!
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